El Diario Palentino ha vuelto a publicar un episodio histórico relacionado con Soto de Cerrato, publicado en la sección "Cerrato Insólito" cuyo autor es Fernando Pastor, y en el que el protagonista es nuestro conocido vecino Eutimio Núñez.
El artículo cuenta que el pasado día 25 de Julio, se cumplieron 70 años de un peculiar sucedido en la estación de Magaz de Pisuerga y el trayecto que separa esta localidad de Soto de Cerrato.
El sucedido arranca con una de las transformaciones más destacadas en la organización del campo, actividad principal de la comarca cerrateña:
El 20 de diciembre de 1952, siendo ministro de Agricultura Rafael Cabestany de Anduaga, dada la creciente mecanización de la agricultura, fue aprobada la Ley de Concentración Parcelaria.Su reglamento se aprobó el 16 de febrero de 1953. El 22 de noviembre de 1954 se reglamentaron los ensayos mediante una orden ministerial conjunta de los ministerios de Agricultura y Justicia. El 20 de julio de 1955 se cumplimentó la ley, dando lugar a un texto refundido de fecha 10 de agosto de ese mismo año.Con la concentración parcelaria surgió el debate sobre sus beneficios o perjuicios en los ámbitos económico, medioambiental y social sobre los pequeños agricultores autóctonos, pues se trataba de un conjunto normativo de grandes consecuencias para el medio rural, afectando por tanto de lleno a la comarca del Cerrato.Aludiendo al «interés general» se modificó la estructura de propiedad de la tierra, mediante expropiaciones, propiciando el asentamiento de monocultivos extensivos y la generalización del regadío.Precisamente esta implantación del regadío en Soto de Cerrato, en una época en que el transporte por la comarca era fundamentalmente en burro, daría lugar a la citada situación hilarante.Para la introducción generalizada del riego era necesaria la intervención de ingenieros, y estaba prevista su llegada el día 25 de julio de 1955 a la estación de Magaz. Por ello, a Eutimio Núñez le mandó su padre ir a buscarles y llevarles hasta Soto. Así que Eutimio cogió el carro, tirado por una borriquilla, y se encaminó hacia la estación de Magaz.Allí vio a dos señores que bajaban del tren y supuso que serían el ingeniero y el capataz principal. Les preguntó, ellos le respondieron afirmativamente y a su vez le preguntaron si él era el taxista que acudía a recogerlos para llevarlos a Soto. La respuesta de Eutimio fue «si, ahí tengo el taxi», señalando el carro y la burra.Viendo semejante taxi, pusieron cara de asombro, hasta el punto de que Eutimio tuvo que tranquilizarlos: «no se preocupen, que en 20 minutos estamos en Soto». En el carro puso un saco de paja a modo de banqueta para que fueran sentados en él. Cuando ya estuvieron sentados le dio con la fusta a la borriquilla para que empezara a correr. Tanto corría la burra que, lívido, uno de ellos acertó a decir «ay, no le pegue usted tanto, que corre mucho y me mareo».Las obras de acometida del riego en Soto comenzaron en agosto y fue el propio Eutimio quien con dos mulas y un carro viejo se encargó de llevar el cemento y el agua para hacer el hormigón utilizado tanto para las regueras como para el canal.Para realizar la obra fue contratada una cuadrilla de trabajadores de Baltanás que tenían fijado un jornal diario de 16 pesetas por cabeza, aunque si realizaban más labor que la estipulada cobraban el equivalente a día y medio, por lo que trabajaban a destajo. Algunos de esos trabajadores no contaba con más comida que la fruta que cogían por el camino, y otros apenas llevaban una tortilla fina. Algunos se quedaban toda la semana a patrona en Soto y los sábados regresaban a Baltanás.
Comentarios