Reproducimos, por su interés, parte de un artículo publicado en el
Diario Palentino en su sección "
Cerrato Insólito", en el que su autor,
Fernando Pastor, cuenta como en el año 1945, un desprendimiento de greda sepultó a dos mujeres,
Natividad Ruiz Manzano y
Luisa Sánchez Matía.
Las fiestas patronales son motivo y momento en que las gentes de los pueblos reciben multitud de invitados, por lo que se tomó por costumbre limpiar las casas en las fechas previas para que los invitados las vieran pulcras. Incluso movían los muebles para poder limpiar bien y blanquear las paredes.
Hacían lo que se denomina jalbegar: blanquear las paredes con greda, una tierra muy blanca que se extraía en bloques que se disolvían en agua.
Por ello, en mayo de 1945, tres chicas y un chico cogieron la borriquilla del Señor Teodoro para ir a por greda a una gredera muy pura que había dentro de una cueva en un paraje denominado La Cuesta, en la carretera de Valle, ya en término municipal de Hontoria de Cerrato.
Al golpear con el pico para que cayera la greda se desprendió la peña de greda y sepultó a dos mujeres debajo, Natividad Ruiz Manzano y Luisa Sánchez Matía. La primera pudo liberarse, aunque tuvo que ser hospitalizada y fallecería después por las secuelas, pero la segunda no.
También iban Agustina García y Narciso Carazo, que regresaron raudos a Soto a pedir ayuda. Cuando volvieron al lugar del suceso retiraron la mole de greda y piedras de encima del cuerpo de Luisa, pero no pudieron hacer nada por salvar la vida de esta joven de tan solo 16 años.
El cadáver de la niña fue llevado a Hontoria, para practicarle la autopsia, y todos los chicos y chicas de Soto fueron a pie acompañando el cuerpo.
En Soto, los niños al salir de la escuela se encontraron corrillos de mujeres en la plaza llorando. Al día siguiente, todos los vecinos fue a pie hasta Hontoria, a por el cadáver.
En el camino, al pasar por el pago Las Derrumbadas (nombre debido a que es una cuesta que muchos años antes se desplomó), de tierra muy pegajosa, se desencadenó un nublado terrible, llegando a Hontoria calados y embarrados.
Los vecinos de Hontoria prepararon estufas y hornachas para que sus convecinos de Soto se pudieran secar un poco.
También de Reinoso acudieron algunas personas a Hontoria, como una chica, llamada Pili, novia de un chico de Soto llamado Gonzalo, que fue en bicicleta, y con el nublado, las ruedas se le quedaban pegadas a la tierrilla del camino, llegando a Hontoria sin zapatos.
En aquellos tiempos los muchos trámites legales requeridos hacían que fuera muy problemático trasladar un cadáver de un municipio a otro. Por ello, el alcalde de Hontoria les propuso que la llevaran por el camino de Las Derrumbadas, evitando con ello transitar con el cadáver por la carretera.
Así, el día siguiente, el 24 de mayo, los vecinos de Soto y Hontoria regresaron por el camino de Las Derrumbadas, relevándose los mozos con el ataúd a hombros hasta Soto.
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