Valentina García, la maestra y alcaldesa de Soto de Cerrato en 1933



Recientemente se han constituido las corporaciones municipales, tras las elecciones del 28 de mayo. Aprovechando esta circunstancia, el Diario Palentino ha publicado un amplio reportaje elaborado por Fernando Pastor, sobre las distintas curiosidades relacionadas con los alcaldes y alcaldesas en el Cerrato en la historia. 

Se trata de una información redactada, en buena medida, a partir de los datos la exposición organizada en Soto de Cerrato en 2021 que reflejaba con fotografías y texto lo concerniente a Valentina García San Martín, la que fuera maestra de niños y niñas y alcaldesa de esta localidad.

Como maestra ejerció desde mayo de 1928 hasta que en julio de 1934 fue trasladada a Santovenia de Pisuerga (Valladolid), traslado considerado un ascenso, dada la categoría de la plaza de destino.

Valentina García San Martín se centraría en mirar siempre por los intereses materiales de Soto mediante una honrada administración; y también velar por la salubridad y moralidad públicas, el ornato y embellecimiento de la población en la medida de las disponibilidades económicas, fomentar la cultura del vecindario, hacer observar rigurosamente los preceptos de la higiene y las reglas de la educación popular, hacer cumplir las disposiciones legales sobre asistencia social y protección de animales y plantas y, ante todo, mantener la paz y la confraternidad entre los convecinos. 

Un preso de la cárcel de Larrinaga de Bilbao le hizo llegar a Valentina García como regaló un bastón de mando en miniatura; y muy probablemente habría hecho el mismo regalo al resto de estas alcaldesas interinas de la provincia palentina. 

De esta manera, el periódico El Día de Palencia informaba en su sección Estampa, que en la provincia de Palencia eran mujeres nada menos 14 alcaldesas y 31 vocales, un número muy elevado para el papel que tenía la mujer en esa época. 


El periodista Eusterio B. Alario entrevistóa entonces a parte de esas alcaldesas efímeras en la edición del 4 de marzo. Entre las 14 alcaldesas había 4 de localidades pertenecientes al Cerrato palentino: Hérmedes de Cerrato (Ascensión Aparicio), Soto de Cerrato (Valentina García San Martín), Villalaco (Fructuosa Terrero Polo) y Villodre (Juana Rivera Mateos). 

La otra decena era de Autillo de Campos, Calzadilla de la Cueza, Castrillo de Villavega, Cervatos de la Cueza, Espinosa de Villagonzalo (María Sanz Soria), Herrera de Pisuerga (Pilar Pérez Leñero), Ligüérzana, Lomas, Osorno (Tomasa Canduela Calvo) y Santa Cecilia del Alcor. 

Prácticamente todas eran maestras de la localidad en la que fueron elegidas, aunque no naturales de las mismas, lo que hizo que una de sus preocupaciones fuese en todos los casos mejorar las escuelas, que por lo general estaban en malas condiciones higiénicas y pedagógicas, e incluso construir un grupo escolar en su respectivo pueblo. 

En la mencionada exposición también se hablaba de Mercedes Núñez Marticorena, nombrada en la misma fecha maestra de otra localidad cerrateña, Villaviudas

Esta exposición fue organizada por María del Mar Paredes Núñez, Pedro Ortega Núñez, Socorro Ortega Núñez y Gerardo Núñez Carazo, a quienes el autor del reportaje agradece su colaboración por los datos aportados.

Juana Rivera, natural de Montanchez (Cáceres), pertenecía a una familia de 7 hermanas, todas maestras, y una de ellas alcaldesa de Ontanilla (Guadalajara). Ella además era maestra de educación de adultos en Villodre, manifestando que ese tipo de enseñanza era la que más entusiasmo le producía. Hizo con sus alumnos un friso y plantó unos arbolitos y rosales en la parcela de terreno que hay a la entrada del centro. 

Destacaba que su aspiración era hacer cumplir las disposiciones que reciba de la superioridad y procurar la armonía de los vecinos en pro de la paz del pueblo y el bien de la República. Por ello se mostraba muy contenta de que los acuerdos se tomasen todos por unanimidad. 

Ascensión Aparicio, la de Hérmedes de Cerrato, era candidata a Miss Palencia 1933, circunstancia que resaltaba el periodista en su entrevista de una forma que evidenciaba la consideración de la mujer en esa época. Entre sus actuaciones como alcaldesa estuvo mediar para solucionar el problema planteado por el salario del médico, que hasta entonces era sufragado en idéntica proporción por ricos y pobres, y no le parecía justo. 

Para solucionarlo convocó una asamblea de vecinos, en la que se vio obligada a poner orden debido al ambiente crispado que provocó la cuestión. También puso mucho énfasis en que su gestión se caracterizara por una buena administración de los fondos públicos. 

Fructuosa Tarrero manifestó que representaba la ley y, por tanto, a la ley tenía que ajustar todos sus actos.








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